Guía de cata para el caqui

Es época de caquis

Sin anuncios bulliciosos, llegaron al comenzar el otoño

Silenciosos, anaranjados, brillantes

Lustrosos, se exhiben en los cajones de las fruterías

Para que algunos curiosos pregunten qué es

Eso que se parece a un tomate, achatado en el medio

Pero esas hojas, cuatro perfectas hojas en cruz

No debe ser un tomate

Carnoso, redondeado, firme, prometedor.

Nadie sabe bien qué es un caqui

A quien lo intrigue, sepa

Que sólo es cuestión de atreverse.

Comenzar  por el primer paso lógico

Preguntar al verdulero

Rendir homenaje a sus conocimientos

Que recomiende éste si este no, que está todavía duro

Hay que envolverlo en  papel de diario

Y esperar un par de días

O que sirve para dulce

Que otra clienta lo hace en  conserva

Y que prometa conseguirte la receta para la próxima.

El primer paso puede ser reemplazable

Por este otro, eludir los consejos y comprar unos cuantos

Descubri al caqui por tu propia experiencia

Poner en juego los sentidos

Y probar, probar hasta entender

Hasta comprender que no siempre el vendedor es el experto

Es frecuente que pase esto en la variedad del duro

El atomatado

-porque también tenemos el aduraznado

más chiquito y redondeado

con una puntita en la panza-

Que el verdulero no quiera vendértelo porque no está seguro

Mire que están duros

Pero él no sabe

Que vas a descubrir al pelarlo

Después de la primera mordida

Que se dejaba comer

Y gustar

Hay frutas como personas

Duras por fuera

Pero  blandas

Y dulces, y profundas

De un sabor que nunca te olvidás.

Segundo paso ahora

El caqui debe ser palpado

Suavemente, olfateado, acariciado, aceptado

Para descubrir llegado el momento de probarlo

Su estado de plenitud

Con sus gajos apenas delimitados por una pared gelatinosa

De un néctar que inunda el paladar

Despertando una ráfaga tibia

Que se expande a todo el cuerpo

Hasta donde uno se entregue

Se abra al placer

Al disfrute, al estallido

Hasta donde pueda o quiera llegar

Al límite de la embriaguez.

Creo que es asunto de entendidos

De este grupo selecto de sibaritas

Solitarios, desconocidos entre sí

Cuasi onanistas, absolutistas del placer

Inútil describir

El goce de comer un caqui

Baste comprender que no se lo comparte

Es nuestra ley

No pedimos probar, lo tomamos entero

Nos atrevemos, nos jugamos a ciegas

Porque no sabemos si su pulpa brillante, sustanciosa

Ofrece el esperado sabor dulce, la textura sedosa

O, traicionero, nos dará un sabor a nada

de pura amargura o de aspereza.

Se vende a pocos pesos la unidad

Por una fruta, a veces dos, cuando hay segunda vuelta

consigo un momento de placer sublime al día

Hace más de un mes que vivo en éxtasis ininterrumpido

La piel, los labios, la lengua, el paladar

Mi pecho, el estómago y más allá

Hasta donde todo estalla y vuelve a empezar

El cuerpo en un expectante alerta

Como quien espera un encuentro con su amante

Me preparo para una nueva cita

Para que me enamore otra vez

Para devorarlo.

Sólo valientes y voraces pueden pertenecer

A la cofradía del caqui.

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